Observatorio de Karmiña
Mucho
había tenido que insistir la doctora Ros para que Karmiña Atxis,
observadora desde el Puente Colgante Leré, mostrara su invento,
estaba anonadada ante los artilugios presentados. Se trataba de un
lavador, secador, peinador giratorio que se colocaría en el techo de
la nave aristoliana, no solo secaba el pelo, también lo peinaba.
Para que funcionase sólo era preciso activar el sonido de un
tamboril, le parecía un exceso que los secadores llevaran un tambor
en el interior. El invento fue muy bien acogido por las mihembras,
que también podrían pintarse las uñas y con sólo levantar los
brazos, como si fuesen a bailar la jota, el esmalte quedaba seco.
No
sucedió lo mismo con los miembros, quienes en su mayoría,
consideraron el secador colgante como un manifiesto ataque capilar.
Sabido es que las cabezas, de los científicos astronautas
masculinos, brillan como bolas de billar o casi, porque no tienen un
pelo de tontos y los pocos que tienen, salvo honrosas excepciones,
los pierden de tanto pensar. Una de las pocas cabezas para las que
era util el invento, era la de Mariano y algún otro que se las daba
de lucir melena pero se negaba a poner su cabeza debajo del secador
colgante y aerodinámico. Obligado a utilizar el invento, se demostró
que su pelo era tan volátil que se quedó pegado en el techo, incluso
la caspa no era tal, a punto estuvieron de infectarse de piojos
plastificados.
En
definitiva, los miembros opinaban que era una mamarrachada, la
utilización del secador colgante aerodinámico, que lavaba, secaba,
peinaba y si querías te lo planchaba. El invento hubiese sido desechado, a no ser por las damas
astronautas y Mariano al que todos querían rapar la cabeza. A cambio, solicitó
que para ponerle en marcha, se pudiesen bailar bulerías y fandangos,
en vez del aurresku y la jota a lo que Karmiña Atxis accedió,
aunque tendría que cambiar parte del mecanismo.
Desde
los distintos observatorios empezaron a llover peticiones de
secadores. Una de las primeras en verlo fue Carmen Fra, desde la
Piedra de los Muchachos, en la Palma de Gran Canaria, para algo
tenían el mayor telescopio del mundo, de 10,4 ms.
Carmelilla,
desde el Pico de una Veleta, en la Sierra de Filabres, solicitó otro
secador colgante aerodinámico para que el pelo se lo dejase
milimétricamente peinado e hiciese juego con el Alto Calar.
En
Yenes (Guada), la excaliforniana Julie, se apuntó a la lista de
pedidos, quería provocar la envidia de las radioastrónomas de la
NASA, tan presuntuosas que se creían las más listas. Con ella también estaban May y Gracia, esta última
se había llevado una red de despistes ocasionales, no quería
renunciar a su solicitud del secador aerodinámico.
Carmela,
desde la Estación Roble Chavela, pensaba que había que estar
chaveta para ponerse una venda en la cabeza y privarse de llevar la
melena al viento, teniendo aquel invento. ¡Uff! Le había salido un
pareado, era poeta. Carla, su compañera, le dijo que estaba como una
cabra y Carmencita que llegaba en aeroplano desde Madrid lo corroboró, sólo le faltaban las antenas.
Carmina, no lo tenía nada fácil, era su cumple y se quedó en Onís contando luceros, le hubiese gustado ir a la Montaña Cabreja, para visitar
a su amiga Nanny Espinal, desde allí le sería más fácil pedir
otro secador colgante multifunciones.
Maica,
la Valkiria del Astronauta, le dijo a su Antoine que estaría unos
días fuera, ahora que el túnel metacarpiano lo tenía curado iría
a San Fernando a tocar las palmas, ensayaría con su amiga Mamen.
Entre
la Red del Espacio Profundo y la Estación de Seguimiento de la OTRA,
los mensajes no dejaban de cruzarse tratando de detectar la clave de
lo que aquel invento suponía.
En
la NASA se preguntaban si tendría algo que ver con la palabra
CARMEN, eran mayoría las Carmenes detectadas en los distintos
Observatorios Españoles.
En
la NASAL, la doctora Ros pensó que el tema se le estaba yendo del
espectrógrafo de alta resolución. Los secadores multifunciones tardarían en ser fabricados y en el Cañaveral del Cabo se había corrido la voz. Solicitó a las observadoras que contaran estrellas a través del doble canal transmisor y cantaran el himno aristoliano, para no ser detectadas.
¡Eureka, Eureka!
Esto
es mejor que montar en tricicleta,
después
de un chaparrón,
con
bizcocho y garrafón.
La
NASAL y el PEPA son de lo mejor.
Ros de Aristolío
(R.J.M./14.10.14)
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