Todo comenzó un
anochecer de marzo, cuando Mariano, aspirante a astrólogo en cursos
por correspondencia veía que no pasaba de astronomiano. Se compró
un catalejo de bajo alcance con alta precisión y decidió estrenarlo
junto con los prismáticos. Subiría a la cima de la montaña
cercana para mirar las estrellas, mientras iba cavilando qué podría
poner en la revista, le habían contratado para escribir
el horóscopo y se acercaba el signo Aries, sólo se le ocurría augurar catástrofes.
Subía la ladera del
cerro, tan raudo y veloz que creía ser ET Mariano resollaba cada vez más, montado en la bicicleta a la que había
añadido dos ruedecitas y un transportín para poner la mochila y una
linterna para ver el camino. Ese día se había enterado por
casualidad, que esa misma noche, porque los astros no se dejan ver
así como así, ya se sabe lo muy suyos que son. Decían, que la Osa
Mayor entraba en conjunción con un planeta enano, satélite de
Plutón, que todavía no tenía ni nombre, una cosa bastante
habitual; no vienen bautizados.
El astronomiano llegó a la cima, de lo que en su opinión era una montaña y no pasaba de ser un cerro, se sentó en una piedra, pensó que en vez de haber subido allí, debería haber bajado a la playa, donde las vistas eran mejores. ¡Dónde va a parar! Abajo todo eran sirenas varadas en la arena, cuando lucía el sol, aquí no había samaritana ninguna que quisiera compartir una botella, por muy cerca que se viese la estrella de Venus.
Todo fuese por lograr el carnet de astrólogo, antes de llegar a la jubilación. Aún no había terminado de extender el catalejo, cuando.... ¡Por pluto! Una luz verde azulada se extendió por toda la cima incluyendo los árboles, de pronto se vio rodeado por una docena de extraterrestres y... ¡No, no podía ser! Pese a tener el aspecto de gnomos verdes, se lo llevaron en volandas hasta un platillo volante.
¿Cuánto tiempo lo
tuvieron allí? No podía saberlo con exactitud, el tiempo se le pasó
volando, tal vez fuesen tres horas o tres minutos. El caso fue, que
en menos que canta un gallo, de haberlos habido, se encontró a la
puerta de su casa y sin despeinarse un pelo. ¡Aquello era
alucinante!
Al entrar en su
casa, fue a llamar por teléfono a su exmujer, pero la batería se le
había descargado, tampoco pudo hablar con la P.E.P.A., revista de
Proyectos Espaciales Para Autónomos. Estaba muy cansado, como si
hubiese estado viajando varias horas con su bicicleta por la montaña.
Por cierto, se lo había dejado todo en la cima, debería ir a
recogerlo todo y andando. Respecto al horóscopo de Aries, tendría
que entregarlo tal y como estaba, en esta vida, no todo iban a ser
buenos augurios.
¿Habría sido un
sueño? Fue a acostarse y al quitarse el pantalón, vio una especie
de papiro en el que estaba escrito el mensaje que le habían
entregado aquellos enanos verdes. Soñó con ellos.
Rosmar (R.J.M./19.3.15)
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